La definición de un proyecto la conocemos casi de memoria.
Pero, ¿a qué nos enfrentamos con un proyecto social? ¿Cuál debe ser nuestro rol
social como arquitectos/profesionistas?
Al llevar a cabo un proyecto social debemos buscar generar
los elementos para lograr ciudades más justas, inclusivas y equitativas. La pregunta entonces sería: como arquitectos
¿tenemos la capacidad de generar estos elementos? ¿Tenemos la capacidad de moldear
nuestras realidades?
No cabe duda que debemos por lo menos intentarlo. Nuestra
profesión lleva consigo una responsabilidad social inherente. El ignorarla
sería ignorar nuestra propia naturaleza.
Es bajo esta pauta que nacen y se rigen los proyectos sociales.
El “Depor-te Integra” es un prototipo de programa social
(proyecto) que sigue estas mismas líneas. Se nutre de las iniciativas de Architecture
For Humanity para generar espacios que fomenten el deporte y la integración
social. Y como la mayoría de los proyectos, nació en primera instancia cómo un
Proyecto Eventual, con un proyecto piloto en la colonia Tréboles en Apodaca
Nuevo León. Donde se facilitó por petición y con ayuda de los colonos una
cancha deportiva de carácter mínimo para que los niños y jóvenes de la
comunidad pudieran jugar futbol soccer.
Después de ese primer piloto, nos dimos cuenta como
organización del potencial que podría tener y nos dimos a la tarea de convertir
a esa pequeña canchita en un programa. Adquirió como objetivo principal el
buscar llevar espacios deportivos inclusivos a comunidades que carecieran de
ellos. Funcionando como catalizador para
mitigar problemas de obesidad en los jóvenes y fomentar la convivencia sana
entre sus usuarios.
La metodología utilizada para emprender este proyecto fue el
PMI® (Project Management Institute) a través del PMBOK® (Project Management
Body of Knowledge). Que nos indica que lo primero que se debe llevar a cabo
dentro de la planeación es: la investigación. Revisar proyectos similares al
que se quiere llevar a cabo, estudiar el sitio y conocer y convivir con la
comunidad son las tareas principales en esta etapa.
Cada comunidad es distinta, conocerla involucra convivir e
identificar las principales preocupaciones o carencias que la esta presenta.
Eso nos lleva a generar una lista de ‘stakeholders’, o bien, todos los agentes
involucrados e interesados en el proyecto.
Todo esto para lograr una mayor fluidez en cuanto a
comunicación con la comunidad la aceptación y la reciprocidad de su parte
(participación-voluntariado).
Como organización, fue muy importante encontrar métodos para
medir nuestra capacidad y definir si el proyecto había sido o no exitoso,
aceptado por la comunidad o no. Para eso se crearon entregables claves y
sencillos; organigrama, presupuesto, cronograma y luego se monitoreaba que lo
planeado fuera llevado a cabo en tiempo y forma.
Aprendimos la importancia de establecer un vínculo entre la
comunidad y el proyecto, establecer un contacto directo con la comunidad y el
sitio. Así mismo fue importante siempre estar atento a las observaciones del
equipo. Gracias a estos dos factores se logró corregir situaciones antes de
llevar a cabo el programa y futuras intervenciones.
Como profesionistas, concebimos ideas a veces algo elaboradas
y esto ocurrió con los primeros proyectos piloto del programa el Depor-te
Integra. Las propuestas eran variadas, en procesos, métodos, materiales; pero
sin duda la mejor respuesta siempre será la que la comunidad te provea. El diseño participativo e incluso siempre imprimirá
en nuestros proyectos un sentido de pertenencia y de valor. Y para nosotros como
organización no hay mejor manera para medir el éxito.
Entrada escrita por el Arq. Pedro Arturo Ramírez Delgado, coordinador de Proyectos Eventuales del capítulo Monterrey de Architecture For Humanity.
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